Del miedo a caer en la monotonía.
Uno de los problemas mas marcados en la actualidad en cuanto
a las relaciones interpersonales, sobre todo aquellas que son románticas es la “monotonía”.
Solemos decir: “¿y si me aburro?”, “Es que siento que todo es igual no es como
al principio que todo era novedoso”, “Me aburro muy fácil, me canso siempre de
lo mismo”. Esta “anti-monotonia” es quizá una de las causas por la cual muchas
relaciones interpersonales, incluso laborales y amistosas han roto. Pero ¿Qué tan cierto es que caer en la monotonía
está mal? ¿Puede haber algo bueno en ella? ¿Es normal?
El ser humano es un ser que se mueve entre dos emociones: la
tranquilidad y la euforia, curiosamente ambas son entendidas desde el punto
contrario a su realidad, veamos: la tranquilidad es el sueño de todos, pero
cuando se llega a estar tranquilo, es angustiante, porque la paz es semejante al
hecho como si no estuviese pasando nada en la vida. La euforia, por el
contrario, no es una emoción precisamente buena, ya que suele ser momentánea y al
momento de terminar suele dejar un profundo sentimiento de vacío, pero
curiosamente es lo que todos los seres humanos perseguimos.
¿Qué sucede entonces con la monotonía?
Solemos pensar la monotonía relacional como una sucesión de
actos repetitivos carentes de emoción y euforia. Lo cierto, es que dicha concepción
es un error.
Cuando hablamos de monotonía, realmente hablamos de actos
cotidianos carentes de sentido, esto es, desprendidos de todo
significado para mí. Ir a la escuela, por ejemplo, puede parecer algo monótono
cuando hacerlo no significa nada para mi vida, cuando no hay una meta o cuando
simplemente no me dejo sorprender por las novedades del día a día. En cambio,
ir a la escuela a diario cobra sentido cuando sé que al hacerlo estoy cada día mas
cerca de un sueño, o cuando comprendo que es el lugar donde voy a encontrarme
con mis amigos para hablar de la vida.
Cuando solemos darles un sentido a los actos cotidianos
repetitivos, convertimos la monotonía en un rito, y todo rito
tiene sentido profundo y aunque parezca siempre igual, es siempre diferente,
veamos: Cuando tenemos un grupo de amigos, podemos decir “todos los fines de
semana saldremos a cenar” en primer lugar, es un acto repetitivo, sin embargo,
cuando esas cenas cada ocho días, son la oportunidad para destrazarse de lo
hecho en la semana, no hablamos de monotonía, hablamos de rito. Un acto
repetitivo, con sentido y profundidad.
El miedo, no puede ser entonces a caer en la monotonía, el
miedo debe ser caer en el sinsentido de lo que hago a diario, o peor aún,
perderle el sentido y nublar el significado de alguien solo porque hace parte
de mi cotidianidad. El rito, que es en lo que debemos convertir la monotonía,
nos ayudará a comprender y a disfrutar de la tranquilidad que tanto esquivamos
porque parece no decir nada y a evitar vivir de la euforia y la emoción pasajera
que solo deja vacíos.
“el que elige la repetición ese vive de veras. No anda, como
los niños, a la caza de las mariposas”
-Soren Kierkegaard – Filosofo Danés.
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